¿Qué resultados tuvo el trabajo? Le produjo a cada actor una serie de choques. El choque de enfrentarse a desafíos simples e irrefutables. El choque de advertir sus propias escapatorias, trampas y clichés. El choque de intuir algunos de sus propios y vastos recursos aún inexplorados. El choque de verse forzado a cuestionar su propia profesión de actor. El choque de verse forzado a reconocer que esas preguntas existen y que, a pesar de que una larga tradición se le quita seriedad al teatro. Ha llegado el tiempo en que deben enfrentarse los problemas. Y al comprobarlo quiere enfrentarlos. El choque de ver que en alguna parte del mundo de la actuación existe un arte de absoluta dedicación, monástico y total. Que la frase, ahora tan sobada de Artaud, «Cruel hacia mí mismo», se vuelve genuinamente una forma de vida en algún lugar.